Punto de vista

LaFunga / Mayo 2024

Deja de preocuparte y juega.

Fotografía por: Carla Morales

Fotografía por: Jullian Pinto

"Mi humano, aunque inteligente, a veces olvida las cosas importantes".

En las mañanas frescas y tranquilas, cuando el sol comienza a asomarse por la ventana, me preparo para iniciar mi trabajo diario, es un trabajo arduo y en ocasiones muy complicado, mi principal objetivo mi humano, aunque inteligente, a veces olvida las cosas importantes.

Mi primera tarea comienza al despertar una vez que mi humano se levanta de la cama, yo ocupo rápidamente el lugar cálido que deja atrás y lo hago sin que se dé cuenta, él va aun dormitando a la ducha, cuando sale, lo miro con una mirada cómplice y el entiende el mensaje: Es momento de detenerse un segundo entre caricias y lamidas de afecto disfrutar de la mañana.

Durante sus largas horas de oficina y reuniones, yo estoy atenta, busco mi pelota favorita, me acerco a él y la dejo sobre sus piernas o la lanzo sobre el escritorio. A veces me mira sorprendido y con las cejas apretadas, pero rápidamente su expresión cambia, recuerda que hay que dejar de preocuparse y jugar.

En los días soleados, me dirijo hacia la ventana donde los rayos del sol entran con fuerza. Me tumbo en el suelo, justo donde los rayos de sol alcanzan, cerrando los ojos y disfrutando del cálido abrazo del sol. A veces, me mira con curiosidad y luego sonríe, entendiendo lo que quiero decir. Juntos nos tumbamos en el suelo, compartiendo ese momento de calma y conexión con la naturaleza.

Cuando veo que está demasiado absorto en su teléfono solo moviendo sus dedos por largos minutos, golpeo la puerta para avisarle que es hora de pasear, recordándole que hay algo más allá de las paredes de su oficina. Tengo que mantenerme activamente sorprendida y fascinada por la diversidad de la naturaleza que nos rodea. Corro tras los pájaros que revolotean en el cielo, observo con atención las coloridas flores del jardín y me detengo para estudiar a las criaturas más pequeñas, como los insectos que cruzan nuestro camino. A veces, me detengo para examinar algo que me llama la atención, mi humano se une a mi compartiendo ese asombro por un momento, por fin recuerda que hay más vida alrededor.

A veces, cuando estoy cansada de jugar, me acurruco a su lado mientras trabaja, recordándole con mi presencia que no está solo y que siempre estoy aquí para él. Y cuando necesita un descanso, a veces me mira y sonríe, como si entendiera que necesitaba ese momento de pausa.

Cada día, a través de pequeños gestos y momentos compartidos, le enseño a mi humano la importancia de vivir el momento, de estar presente y conectarse con la realidad fuera de su mente.

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